Tenía solo 19 años cuando la televisión chilena se apropió de su
talento para ponerlo en función del rating. A la vuelta de unos años, sin
embargo, su naturaleza creadora la llevó a romper ataduras, hacer sus maletas y
venirse a vivir a México, donde encontró la forma de renacer.
Cuando llegó, a finales de
2007, tenía 23 años y se llamaba Monserrat Bustamante. Venía de Chile, su país
natal, donde había estado apareciendo diariamente en la televisión desde 2003.
“Rojo, Fama Contrafama”, un programa de concursos que se transmitía por TVN
(Televisión Nacional de Chile) y llegó a superar los 30 puntos de rating, la había
lanzado al estrellato por ser dueña de una voz potente y muy bien educada que enloquecía
al público chileno cada vez que le daba vida a una canción. En México, sin
embargo, a Monserrat no la conocía nadie. ¿Por qué, entonces, había decidido venir,
sabiendo que tendría que volver a empezar su carrera de cero?
¿De dónde salió Mon Laferte?
En
el verano de 2011 Monserrat regresó a Chile con una agenda llena de
entrevistas, conciertos y presentaciones para dar a conocer su disco Desechable,
producido en México. Sus compatriotas la recibieron extraordinariamente bien, aun
cuando se toparon con algo muy diferente a lo que habían visto y escuchado en ella:
Monserrat Bustamante, la baladista que salía en la tele, no solo tenía una
nueva imagen, más agresiva y provocadora; además, había cambiado su nombre de
pila por Mon Laferte (Mon es apócope de Monserrat y Laferte es su apellido
materno) y, lo más importante: había empezado a hacer su propia música. Había
dejado de ser un producto de la televisión para convertirse en una verdadera artista,
con una propuesta en la que convivían el rock y el pop alternativo, que
resultaba por demás interesante. “Cuando una está tan chavita firma con la ilusión de grabar un disco, que era
el premio que ofrecía el programa, pero nada resultó como creía. No te miento:
al principio fue divertido, pero luego me di cuenta de que me había desviado
totalmente de lo que quería hacer”.
Visto en
retrospectiva, podríamos concluir que para Mon Laferte era necesario salir de Chile
y dejar atrás todo lo que había hecho para llevar a cabo su transformación. Y
tal vez haya algo de cierto en ello, pero para dar con el verdadero detonador del
cambio hay que remitirnos al hecho que realmente la hizo ver todo diferente: en
2009, Mon recibió como diagnóstico la presencia de un cáncer en la tiroides,
extendido a los ganglios linfáticos del cuello; una enfermedad que, no solo
ponía en peligro su voz, sino su vida.
Una artista completa
Después de una cirugía en la
que le extrajeron dos tumores y varios ganglios contaminados, Mon estuvo poco
más de un año en tratamiento. Su vida entonces se llenó de medicinas y visitas
al hospital, pero también de música, pues en este tiempo se dedicó a componer como
nunca. Afortunadamente todo salió bien, y hoy por hoy solo debe ir a hacerse
una revisión cada seis meses. Además, y a pesar de todo lo que implicó ser
paciente de cáncer, Mon encontró un aprendizaje fundamental en esta etapa de su
vida: “Fueron muchos años de guardarme
cosas y no atreverme a decir lo que quería. ¡Por algo me afectó en la voz, que
es lo más valioso que tengo! Luego de la operación me sentí más libre para
decir lo que pienso, crear la música que quiero y hacer, como dicen acá, ‘lo
que se me hincharan los huevos’”.
Excelente escrito sobre la Mon versión 2013.
ResponderBorrarGracias, Marcos. Qué bien que te haya gustado. Saludos.
ResponderBorrarCero Mom
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