miércoles, 16 de abril de 2014

Mon Laferte: la virtud de renacer

Nota publicada en la revista GQ Chile, diciembre 2013.

Tenía solo 19 años cuando la televisión chilena se apropió de su talento para ponerlo en función del rating. A la vuelta de unos años, sin embargo, su naturaleza creadora la llevó a romper ataduras, hacer sus maletas y venirse a vivir a México, donde encontró la forma de renacer.




Cuando llegó, a finales de 2007, tenía 23 años y se llamaba Monserrat Bustamante. Venía de Chile, su país natal, donde había estado apareciendo diariamente en la televisión desde 2003. “Rojo, Fama Contrafama”, un programa de concursos que se transmitía por TVN (Televisión Nacional de Chile) y llegó a superar los 30 puntos de rating, la había lanzado al estrellato por ser dueña de una voz potente y muy bien educada que enloquecía al público chileno cada vez que le daba vida a una canción. En México, sin embargo, a Monserrat no la conocía nadie. ¿Por qué, entonces, había decidido venir, sabiendo que tendría que volver a empezar su carrera de cero? 


¿De dónde salió Mon Laferte?
En el verano de 2011 Monserrat regresó a Chile con una agenda llena de entrevistas, conciertos y presentaciones para dar a conocer su disco Desechable, producido en México. Sus compatriotas la recibieron extraordinariamente bien, aun cuando se toparon con algo muy diferente a lo que habían visto y escuchado en ella: Monserrat Bustamante, la baladista que salía en la tele, no solo tenía una nueva imagen, más agresiva y provocadora; además, había cambiado su nombre de pila por Mon Laferte (Mon es apócope de Monserrat y Laferte es su apellido materno) y, lo más importante: había empezado a hacer su propia música. Había dejado de ser un producto de la televisión para convertirse en una verdadera artista, con una propuesta en la que convivían el rock y el pop alternativo, que resultaba por demás interesante. “Cuando una está tan chavita firma con la ilusión de grabar un disco, que era el premio que ofrecía el programa, pero nada resultó como creía. No te miento: al principio fue divertido, pero luego me di cuenta de que me había desviado totalmente de lo que quería hacer”.

Visto en retrospectiva, podríamos concluir que para Mon Laferte era necesario salir de Chile y dejar atrás todo lo que había hecho para llevar a cabo su transformación. Y tal vez haya algo de cierto en ello, pero para dar con el verdadero detonador del cambio hay que remitirnos al hecho que realmente la hizo ver todo diferente: en 2009, Mon recibió como diagnóstico la presencia de un cáncer en la tiroides, extendido a los ganglios linfáticos del cuello; una enfermedad que, no solo ponía en peligro su voz, sino su vida.   

Una artista completa
Después de una cirugía en la que le extrajeron dos tumores y varios ganglios contaminados, Mon estuvo poco más de un año en tratamiento. Su vida entonces se llenó de medicinas y visitas al hospital, pero también de música, pues en este tiempo se dedicó a componer como nunca. Afortunadamente todo salió bien, y hoy por hoy solo debe ir a hacerse una revisión cada seis meses. Además, y a pesar de todo lo que implicó ser paciente de cáncer, Mon encontró un aprendizaje fundamental en esta etapa de su vida: “Fueron muchos años de guardarme cosas y no atreverme a decir lo que quería. ¡Por algo me afectó en la voz, que es lo más valioso que tengo! Luego de la operación me sentí más libre para decir lo que pienso, crear la música que quiero y hacer, como dicen acá, ‘lo que se me hincharan los huevos’”. 

Pero si Desechable es el disco con el que Monserrat Bustamante se transformó en Mon Laferte, Tornasol, que apareció en 2013, representa para ella, no solo haber alcanzado la madurez, sino la conquista absoluta de esa libertad. “En Desechable todavía tenía un poco de miedo; ahora, con Tornasol, disfruto mi música como nunca: estoy haciendo lo que me hace feliz”. Mon Laferte hace evidente esa felicidad, no solo en su música, que fusiona maravillosamente bien los diversos géneros y estilos que conforman su amplio bagaje musical, sino en sus presentaciones cargadas de energía, donde se muestra como una verdadera reina del escenario. Dueña de una voz portentosa y llena de matices espectaculares, Mon Laferte es una artista completa a la que conviene seguir de cerca.



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