jueves, 23 de abril de 2015

Dedicatoria a fracasados

Después de 15 años la verdad no recuerdo qué fue lo que me motivó a hacer esta dedicatoria como preámbulo a mi novela Alguien se está muriendo (Universidad Autónoma de Chihuahua, 2000). Es decir, hay una razón obvia, y es que se narra la historia de un suicidio, pero también es obvio que hubo algo más y eso es justo lo que olvidé; quizás para bien. 





















Más allá de la ingenuidad, la sentencia "Querer es poder" provoca risa, si no miedo...
Dedico esta pequeña obra a los que han querido con toda el alma y no han podido: a la pareja de jóvenes que se casó creyendo en la felicidad y encontró en el matrimonio la desgracia; al adolescente soñador que quiso enfrentar la injusticia del mundo y, por inercia, es hoy un tirano más sin tener la culpa; a la madre que ha visto morir a un hijo siendo todavía un pequeño; al pequeño, que siendo todavía un niño ha visto morir a su madre; al que fue asesinado por defender el derecho a la vida; al borracho que nadie acompaña; a la que ganó Señorita Simpatía como premio de consolación; a la que nunca hubiera entrado a un certamen de belleza; a los viejos corroídos por la angustia de la muerte progresiva; a los desempleados; a los explotados; a los tímidos, que nada les resulta, y no es porque no quieran; a los que están solos y se dan cuenta; a los que están solos y no se han dado cuenta; a los artistas, juzgados locos, precisamente por querer tanto y tan fuerte; a los feos; a los que no creen en Dios porque no pueden y saben que es terrible; a los que no creen en el hombre porque no pueden y saben que es diez veces peor; a los que mueren aferrados a seguir viviendo, pero mueren; a los que mueren al inicio de un proyecto grande; a los que mueren antes de nacer; a los que matan antes de que nazcan; a los que quieren morirse y no se han atrevido; a los que alguna vez creyeron que es suficiente querer y despertaron gritando...
     A ellos, que conocen (porque viven) la contradicción, el miedo, el absurdo, la injusticia, la impotencia, el fracaso. A ellos porque veo que casi nadie los menciona por miedo al contagio.
     Hay que aceptarse fracasado para reconocerlos, para reconocerse uno mismo entre ellos; hay que ser un poco cínico para decir "¡Felicidades a los fracasados!", y seguir queriendo con toda el alma. Yo lo digo.

5 comentarios:

  1. Adoro la dedicatoria que tiene y el libro es uno de mis favoritos hasta la fecha

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    1. Gracias por tu comentario, y perdón por responder hasta ahora. Saludos.

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  2. Cada vez que me siento mal, leo está dedicatoria y siempre me saca una lágrima... Es hermosa.
    Gracias y hay que seguir queriendo con toda el alma.

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  3. Aunque el rango o espectro de fracasados es muy amplio, o mejor dicho, también, por qué no, de los llamados perdedores, es de agradecer que alguien les dedique unas palabras en el prólogo a su novela.

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