sábado, 1 de agosto de 2015

Algo está por suceder con Julieta Venegas

Entrevista publicada en la Revista de Interjet, agosto 2015.

En la espera de que salga a la venta Algo sucede, su séptimo disco de estudio, citamos a esta cantante tijuanense en un café para conversar sobre su carrera, su optimismo, su relación con la música y su nueva producción, que, como siempre, promete ser un gran trancazo.


El año próximo se cumplirán 20 años desde que Julieta salió de su natal Tijuana rumbo a la Ciudad de México. Quería empezar una carrera como solista, luego de haber sido la voz principal de Tijuana No!, un grupo que fusionó el rock, el punk y el ska en la década de los noventa, y cuyo mayor éxito fue “Pobre de ti”, una canción compuesta por la propia Julieta y el baterista Alejandro Zúñiga. Aun con ese antecedente y con el hecho de que la compositora y cantante contaba con el nada despreciable apoyo de Café Tacuba, era imposible saber qué tan lejos llevaría sus aspiraciones. Hoy por hoy, tras haber puesto a circular seis discos de estudio (el séptimo verá la luz unas semanas después del cierre de esta edición), uno de recopilación y otro más en vivo, se estima que la tijuanense ha logrado vender más de diez millones de copias en todo el mundo, además de haber ganado un Premio Grammy y cinco Grammy Latinos hasta el momento.

Mi encuentro con ella
La veo en un café situado al sur de la Ciudad de México, una zona que le gusta y conoce bien porque es en la que vive. Desde que nos presentan y damos cauce al protocolo correspondiente, advierto los rasgos agradables de su personalidad. Son rasgos que recuerdo haberle conocido hace tiempo, seguramente en alguna entrevista que llegué a ver por televisión: Julieta tiene esa sencillez y naturalidad que por lo general uno solo encuentra en personas que no son figuras públicas, y a quienes conoce desde hace tiempo; en este sentido, es excepcional.

¿Qué ha cambiado en ti desde que empezaste a hacer música hasta hoy, que estás por cumplir 45 años de edad y 20 de carrera como solista?
El cambio principal creo que tiene que ver con que antes, cuando escribía canciones con mi banda, eran todas combativas. Ya cuando empecé a hacer canciones para mí sola, en el piano, fue distinto. Todavía me acuerdo de la primera canción que compuse… (risas) ¡era súper cursi! Se llamaba “Esta imaginación”… te podrás imaginar de qué trataba.

¿Hace cuánto fue? ¿Recuerdas cuántos años tenías?
15 o 16 años, pero para mí fue muy importante. Aunque ahora me parezca muy cursi también me doy cuenta de que era muy importante para mí empezar a expresar ese tipo de cosas. De cuando tenía 17 años hay una canción que sigo tocando porque todavía me gusta: se llama “Esta vez”. Me recuerda aquella época.

¿Eres muy nostálgica?
No, nada, pero de repente regresar a ese momento, repasarlo, es padre. Darte cuenta de cómo han pasado las cosas y descubrirte en un lugar que nunca te habías imaginado... pero no, no soy nada nostálgica. De hecho, creo que esas crisis que dan por otras épocas tienen que ver con sentir que no estás aprovechando el tiempo, y a mí no me pasa eso, afortunadamente.

¿Eso significa que estás muy activa?
Muy activa y con muchos planes, que me parece muy importante. Tengo ganas de hacer muchas otras cosas relacionadas con la música, aunque no necesariamente canciones que salga a tocar. El año pasado, por ejemplo, hice la música para una obra de teatro, música instrumental; algo que hace mucho no hacía, y me encantó volver a hacerlo. También tengo ganas de hacer un musical, de producir a otra gente… hay muchas cosas, el problema es que siempre termino haciendo otro disco y saliendo de gira, pero la inquietud se mantiene, y eso me parece muy importante.

¿Por qué haces música?
Hago música porque tengo la necesidad de expresarme y mucha curiosidad por ver qué pasa si junto una cosa con otra. En el estudio me la paso combinando cosas y viendo qué surge… cuando me siento a componer frente al piano sigo teniendo la misma sensación de incertidumbre sobre lo que va a pasar, y me gusta. No sé qué me sucedería si perdiera la capacidad de escribir; seguramente tendría un tipo de crisis porque para mí escribir tiene que ver con aligerar las cosas, entender la vida, las cosas que pasan o que no pasan.

¿Qué disfrutas más: el proceso creativo o las giras?
Ahora que tengo a mi hija me gusta más el proceso creativo porque puedo estar en mi casa. La gira, aunque tiene un lado súper bonito que me encanta, siempre lloro antes de irme porque me cuesta mucho separarme de ella. Es muy difícil esa parte, y creo que cualquier mamá que tenga que trabajar lo siente, y aunque yo trabajo en algo que disfruto mucho, y soy muy privilegiada, igual sigue siendo muy duro; hay algo que te jala a estar todo el día con tu hija: llevarla a la escuela, a sus clases… Ella a veces me dice: “No te vayas, no quiero que trabajes”, y a mí me encantaría pero le digo: “Alguien en esta casa tiene que trabajar, tú eres menor de edad y pues… me toca a mí”.

Hablando de tu más reciente disco, ¿qué crees tú qué está sucediendo?
No sé… ¡pero ese es el chiste! Saber que siempre puede pasar algo, que siempre puede venir algo que te sorprenda o que te ayude a aprender algo nuevo; siempre hay una lección que puede venir en camino, y eso yo lo veo como algo positivo: hay que estar siempre a la expectativa, despierto, para poder tomar las cosas que nos toque tomar.

Leí por ahí que calificas tu nuevo disco como “luminoso”, ¿qué quieres decir con eso?
Lo que pasa es que, para mí, Los momentos, que es mi disco anterior, es algo oscuro, porque tiene poca presencia de instrumentos acústicos, y para mí los instrumentos acústicos representan algo muy colorido. Pero la verdad es que me cuesta mucho definir mis discos con una sola emoción porque ya no creo en el blanco y negro: en que está triste o está alegre. Este disco tiene alegría, tiene encuentros, pero también tiene tristeza profunda, tiene cuestionamientos… tiene de todo.

¿Es como una buena novela, que tiene personajes complejos?
¡Ojalá! (risas) Sí… exacto: cuando escribo intento abrir la paleta cada vez más en cuanto a las emociones que pueda expresar, es una búsqueda constante. Hay gente que me ha preguntado si este disco es más personal… en realidad todos han sido muy personales, pero creo que éste tiene más colores.

¿Y qué nos puedes decir sobre la producción? Algo sucede es tu primer disco independiente…
Sí, aunque es independiente entre comillas porque lo estoy distribuyendo con mi disquera de siempre, que es Sony. Pero bueno… es un disco con mucha instrumentación acústica, como te decía. Trabajé en dos canciones con Jaques Morelenbaum, un gran arreglista de cuerdas con quien trabajé en el unplugged. Además lo produje en Buenos Aires y en la Ciudad de México, y para mí tiene lo mejor de los dos mundos: por un lado está Cachorro López, y por otro Yamil Rezc, con quienes ya había trabajado en diferentes ocasiones. Con Yamil grabé en mi estudio, con mis músicos, y luego me fui a Argentina con Cachorro. Con él estructuré canciones, grabé todas las voces y luego nos fuimos a hacer la mezcla con Héctor Castillo en Nueva York… o sea que se formó un equipo en el que se juntaron varias cosas que me gustan de la personalidad de cada uno de los productores con los que había trabajado.

En cuanto a las letras, me llama la atención tu segundo sencillo, “Explosión”, que habla sobre los desaparecido en México. Como figura pública, ¿te sientes comprometida a ser portavoz de estos temas?
No, no es que me sienta comprometida. Efectivamente, en este disco se colaron un par de canciones sobre México, pero no las escribí respondiendo a un compromiso, sino porque me tocan directamente y siento una gran necesidad de expresar mi impotencia, mi frustración y mi tristeza en una canción. Y no es que piense que esas canciones vayan a cambiar las cosas pero al menos puede poner a dos personas a hablar sobre un tema que me parece importante no ignorar.

No sé si me equivoque, pero algunas de las cosas que has dicho en esta conversación me hacen pensar que eres una persona optimista. ¿Eres optimista en cuanto a la realidad del país?
Sí, en general soy optimista, pero francamente es muy difícil ser optimista con la realidad nacional. Creo que estamos en un momento muy complicado como país. No sé si en algún momento había estado todo tan feo: la corrupción, la desigualdad social tan grande… y me parece muy importante tomar conciencia de que somos nosotros quienes construimos este país, nadie lo hizo por nosotros, nosotros hemos elegido esto que tenemos y es necesario que todos participemos en una reconstrucción. El problema es que nadie sabemos por dónde empezar ni qué nos toca hacer.

Isabel, la más leída

Entrevista publicada en la Revista de Interjet, agosto 2015.

Con un total de ventas que supera los 65 millones de ejemplares, la escritora hispana más leída del mundo nos presenta ahora El amante japonés, su más reciente novela y un inmejorable pretexto para traer a estas páginas la conversación que tuvo con ella uno de nuestros colaboradores. 



Imposibilitada para regresar a Chile por razones políticas, Isabel Allende empezó a escribirle una carta de despedida a su abuelo moribundo, el 8 de enero de 1981. Tenía 39 años y, junto a su esposo e hijos, se encontraba viviendo desde 1975 en Caracas, Venezuela, donde la familia había encontrado mayor seguridad después de que estallara el golpe de Estado contra su tío Salvador Allende. Aquella carta, o mejor dicho, lo que terminó siendo con el paso del tiempo, funcionó como catapulta para quien, hasta entonces, solo había dado unos cuantos pasos tímidos en el camino a convertirse en una de las escritoras más leídas del mundo. Con esas palabras de despedida dirigidas a su abuelo (afortunadamente la carta lo encontró aún con vida), Isabel Allende empezó a escribir lo que sería, no solo su primera novela, sino la de mayor éxito hasta el momento: La casa de los espíritus.

Cuatro décadas de literatura
Isabel Allende es considerada la escritora viva de lengua española más leída del mundo. Ha sido traducida a más de 30 idiomas y se estima que ha vendido un total de 65 millones de ejemplares. De nacionalidad chilena (aunque nació en Lima, Perú, en agosto de 1942), adquirió además la ciudadanía estadounidense en 2003, mientras estaba casada con el norteamericano Willie Gordon, de quien se separó hace apenas unos meses.
A sus 73 años de edad, y con más de cuatro décadas ejerciendo el oficio literario, Allende da sobradas muestras de que su capacidad creadora se mantiene a tope. Prueba de ello son las novelas El juego de Ripper, publicada el año pasado, y El amante japonés, que apenas empezó a circular en librerías en junio de este año, dándonos un inmejorable pretexto para traerla a estas páginas. Esta es la entrevista que nos concedió en exclusiva:

¿Cómo es la vida de la escritora de lengua española más leída del mundo?
Muy esquizofrénica. Hay una parte que es muy privada, silenciosa, solitaria… me refiero obviamente a la parte de la escritura, que siempre es un placer. El trabajo empieza con la promoción, y esa es la otra parte de mi vida, que es pública, donde están las redes sociales, las entrevistas, los viajes, la promoción de libros… esa es la parte difícil.

¿Por qué difícil? ¿No le es satisfactorio salir para dar a conocer el resultado de su trabajo?
La literatura no es trabajo. Yo amo el proceso de escribir: investigar, sentarme con mis personajes a crear una historia, ¡eso me encanta! Lo que sí es trabajo es hacer promoción y me resulta difícil porque no soy una persona muy sociable. Antes no era así: uno escribía y los editores se encargaban de vender el libro, pero ahora, que la competencia es más grande, los editores dicen que los escritores debemos participar en esta dinámica, así que ni hablar.

En los últimos 15 años usted ha publicado 10 novelas, dos obras autobiográficas y un relato. ¿Cómo hace para mantener esa fecundidad?
Lo que pasa es que tengo buen oído para las historias. El amante japonés, por ejemplo, nació a partir de una conversación que tuve con una amiga mientras caminábamos por la calle en Nueva York. Ella me contó que su mamá, una mujer con más de 80 años, había tenido un amigo… no me dijo amante, sino un amigo japonés, que era jardinero, durante más de 40 años. Fue todo lo que me dijo pero fue más que suficiente para que yo imaginara toda la historia que cuento en el libro, tocando varios de los temas por los que siento interés en este momento de mi vida: el amor romántico, la amistad, la familia, el pasado, la memoria y la vejez.

¿Se podría decir que posee una especie de radar?
Así es, y el radar está intacto, y una vez que tengo la semilla de algo la imaginación vuela… porque la imaginación no se termina con la edad; otras cosas sí, pero no la imaginación.

Además escribir usted desempeña una importante labor altruista a través de la Fundación Isabel Allende. ¿Le interesa, además, transmitir un mensaje social a través de sus libros?
No… lo que busco con mis libros es emocionar a mis lectores, ganármelos; no pretendo darles un mensaje, quiero que compartan conmigo una experiencia, una historia, una emoción pero no busco hacer cambios sociales con mis historias. Cuento cosas que me importan y en las cuales creo, pero el trabajo de servicio lo hago únicamente a través de la fundación, porque creo que apenas una se pone a predicar en una novela, se fregó la novela. ¿Quién es uno para estarle predicando nada al lector? El lector va a leer entre líneas lo que quiera encontrar.

¿Qué importancia tiene para usted la crítica?
Muy poca. La crítica puede ser muy favorable o muy desfavorable y como autora no puedo estar pendiente de lo que diga alguien sobre lo que escriba y que eso me influencie, me moleste o me halague. Yo tengo que seguir con mi trabajo sin pensar en eso.
Seguiré escribiendo, porque este es mi oficio. La gente suele preguntarme hasta cuándo voy a escribir y yo siempre les respondo que lo seguiré haciendo mientras me dé el cerebro. ¿Qué otra cosa voy a hacer? Además, ahora los 70 años no son lo que eran antes. Hace algunas décadas muy poca gente alcanzaba esta edad, y si lo hacían llegaban como unos ancianos decrépitos. Yo no me siento anciana para nada, sigo teniendo la misma energía y la misma actividad que hace 20 años; claro, tengo mucho más arrugas, pero la energía y la imaginación son las mismas, y la capacidad de escribir es todavía mayor porque tengo más experiencia y menos miedo de la palabra escrita. 


Es sabido que usted ha empezado cada uno de sus libros el día 8 de enero. ¿A qué se debe esta tradición?
Inicié mi primera novela, La casa de los espíritus, el 8 de enero de 1981, y fue un libro muy afortunado, que alcanzó un éxito que nadie se esperaba. Entonces, un poco por superstición, pensé: “Bueno, ya que le fue tan bien a mi primer libro, voy a empezar el segundo también un 8 de enero”. Luego ocurrió lo mismo con el tercero, hasta que se convirtió en un hábito que no me atrevo a cambiar. Pero también hay un factor de disciplina, porque mi vida se ha complicado mucho, y si no separara los primeros meses del año para encerrarme a escribir, no lo haría. Gracias a esa superstición todo mundo sabe que a partir del 8 de enero voy a estar encerrada escribiendo y que no sacan nada con llamarme porque no voy a responder: no hago entrevistas, no hago viajes, no hago nada. 

¿Cuánto tiempo dedica diariamente a escribir?
Lo menos que paso frente a la computadora son seis horas, a veces 10, depende de la etapa en la que esté. Hacia el final, cuando la historia se precipita, hay que estar ahí hasta que los dedos nos ardan; al principio, como es muy trabajoso, lo más que aguanto son seis horas.

Regresando a su más reciente novela… dos de los temas centrales en El amante japonés son la vejez y la eutanasia. ¿Cómo surgió este interés?
Mi idea sobre la vejez está en gran parte determinada por mis padres, que tienen 95 y 99 años, respectivamente. Ellos están todo lo sano que se puede estar a esa edad, y cuentan con recursos para tener a tres personas atendiéndolos día y noche; están bien y quieren seguir viviendo. Pero si pensamos en una persona con un tumor cerebral, que sabe que va a morir de una manera espantosa, y decide que quiere irse antes de que se le vaya el cerebro, debería tener el derecho a hacerlo. Quienes están llegando a mi edad empiezan a tener este tema en consideración. La medicina moderna tiene como fin mantener a la gente viva el mayor tiempo posible, sin importar en qué condiciones, enchufado a una máquina… eso no es vida. Si una persona tiene el deseo de morir debería tener como la opción de una muerte asistida; así la gente no tendría que cometer suicidios de manera horrorosa, como suele suceder.

¿Qué sigue para Isabel Allende?
Seguiré escribiendo, porque este es mi oficio. La gente suele preguntarme hasta cuándo voy a escribir y yo siempre les respondo que lo seguiré haciendo mientras me dé el cerebro. ¿Qué otra cosa voy a hacer? Además, ahora los 70 años no son lo que eran antes. Hace algunas décadas muy poca gente alcanzaba esta edad, y si lo hacían llegaban como unos ancianos decrépitos. Yo no me siento anciana para nada, sigo teniendo la misma energía y la misma actividad que hace 20 años; claro, tengo mucho más arrugas, pero la energía y la imaginación son las mismas, y la capacidad de escribir es todavía mayor porque tengo más experiencia y menos miedo de la palabra escrita.