Artículo publicado en la Revista de Interjet, julio 2015.
Triciclo
Rojo es la única compañía en México que se atreve a fusionar el clown con artes
plásticas, animación y danza contemporánea. Como resultado, el público tiene
acceso a mundos fantásticos que lo llevan a descubrir el gran poder de la
imaginación.
Leyendo Rayuela, de Julio Cortázar, Emiliano se
topó un día con la palabra “patafísica”. Al principio pensó que era una
ocurrencia del escritor argentino, como tantas otras; sin embargo, hubo algo en
el vocablo y en los conceptos con los que se relacionaba, que lo llevó a
investigar un poco más al respecto. Fue así como llegó hasta Alfred Jarry,
autor de la novela Gestas y opiniones del
doctor Faustroll, patafísico, y creador de esta ciencia paródica enfocada
al estudio de las soluciones imaginarias y las leyes que regulan las
excepciones. Emiliano se sintió fascinado con ese universo que acababa de
descubrir, pues sentía que su propia vida, al igual que la de Triciclo Rojo,
era resultado de una serie de acontecimientos excepcionales en cadena. Pilar
Campo, productora de la compañía, entra en detalles: “Aunque no teníamos
dinero, y todos nos decían: ‘Es que es muy difícil… es que lo que tú haces no
va a encontrar espacio… es que… es que…’. A pesar de todos esos ‘es que’, hemos
ido logrando poco a poco lo que nos propusimos hace casi diez años; por eso
decimos que vivimos en el terreno de las excepciones, donde las cosas ocurren
contra los pronósticos. Triciclo Rojo nació gracias a una serie de pequeños milagros;
se construyó desde la patafísica”.
¿Cómo nació Triciclo Rojo?
Emiliano
Cárdenas estudió Danza Clásica en la Escuela Nacional de Danza Clásica y
Contemporánea, y la carrera de Intérprete de Danza de Concierto en la Academia
de la Danza Mexicana. Por otro lado, aprendió técnicas de clown durante una
estancia en Copenhague, Dinamarca, al lado del emblemático Alfredo Rastelli,
quien se dedicó a ser payaso durante más de 70 años sin interrupciones.
Para el 2004, Emiliano había hecho varias giras importantes como bailarín
en diferentes partes del mundo, con presentaciones en teatros llenos, formando
parte de distintas compañías, algunas de ellas bastante prestigiosas. Paralelamente,
había llevado la magia del clown a las calles de Oaxaca y Chiapas. Sin embargo,
esta especie de doble identidad le generaba una inquietud que no lo dejaba
sentirse del todo satisfecho. “Por un lado, sentía lo poético del clown, su
potencia, el poder evocativo de sus imágenes y todas las referencias sobre la
fragilidad humana –explica él mismo–. Por otro lado, podía sentir todo lo que
representa el bailarín: la precisión, la fortaleza, la perfección… pero me
parecía que muchas veces con la danza no alcanzaba ese punto tan íntimo y tan emocional
que alcanzaba con el clown. Entonces se me ocurrió crear un concepto en el que
pudiera hacer ambas cosas a la vez, y así se sembró la semilla para que en mayo
de 2006 naciera Triciclo Rojo”.
Para Pilar Campo, esa primera semilla para que Emiliano empezara a
consolidar su propuesta y diera pie al consecuente nacimiento de Triciclo Rojo,
fue Vola en silente mundo, un
monólogo que él mismo escribió y montó con Natalia Cárdenas como directora de
arte. “Cuando me dijeron que Emiliano estaba haciendo una obra en la que
actuaba al mismo tiempo como bailarín de danza contemporánea y clown, dije: ‘¡¿Qué
es eso?! ¡Yo lo tengo que ver!’. No me lo imaginaba, sobre todo porque, de
alguna manera, me parecían personajes contradictorios. Cuando vi la obra me
enfrenté con un universo totalmente inesperado, algo que no había visto antes y
me conquistó completamente. Fue cuando dije: ‘Yo tengo que hacer algo con ellos’”.
Una vez que terminó la gira de Vola
en silente mundo, Emiliano y Natalia emprendieron un viaje de varios meses
a la India que resultaría determinante para lo que estaba por venir. El plan
surgió a partir de una beca del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes
(FONCA) que ganó Emiliano, cuyo objetivo era enviar al artista con el fin de
que creara allá un nuevo guión. “Acababa de salir de la universidad, así que
era un momento en el que necesitaba encontrar en el mundo un eco de esa
curiosidad que lleva a la creación –comenta Emiliano–. Y fue ahí, en la India,
donde terminé de conectar con la idea de hacer arte para niños, y escribí Historias en V planivuelo, que fue un
parteaguas para mí. Al terminarla, me acuerdo que pensé: ‘Esto tiene que ir más
lejos… no se puede quedar solo como un guión ni como un montaje; esto debe ser
el inicio de algo más grande’. Para entonces ya tenía en mente formar mi propia
compañía”.
El despegue
Mientras reviven
los capítulos más importantes en la historia de Triciclo Rojo, Emiliano y Pilar
coinciden al señalar el 2008 como un año determinante. Aunque tenían apenas dos
años como compañía, lograron llevar Historias
en V planivuelo nada más y nada menos que al Palacio de Bellas Artes; y no
solo eso, además consiguieron un lleno total en las dos funciones, lo que para
ellos significó un paso gigantesco, tanto en sus carreras individuales como en
la trayectoria de la compañía. “Hasta la fecha sigue siendo el máximo recinto
teatral en el país, y aunque todo mundo quiere presentarse ahí, son muy pocos los
mexicanos que lo han logrado a la edad que nosotros teníamos en ese momento (entre
26 y 28 años), y además con una obra propia”.
Sin embargo, el éxito obtenido en
ese par de presentaciones trajo consigo una sensación agridulce para Natalia,
Emiliano y Pilar: por un lado, sentían que su trabajo por fin estaba recibiendo
el nivel de reconocimiento anhelado, y eso los llenaba de felicidad; por otro,
les preocupaba no contar con un soporte económico lo suficientemente sólido
para seguir produciendo aquello para lo que se sentían llamados. “Fue un
momento decisivo para nosotros porque nos dimos cuenta de que, aunque
estuviéramos en el teatro más importante de México, necesitábamos un soporte
financiero que no teníamos hasta entonces –apunta Emiliano–. Eso nos hizo
pensar en la necesidad de documentarnos, ir a cursos de fondeo, estructurar una
oficina… en pocas palabras, habernos presentado en Bellas Artes nos hizo entender
que necesitábamos profesionalizarnos cuanto antes”.
Creando soluciones imaginarias
Más de un
maestro (incluyendo varios de gran prestigio) llegó a decirle a Emiliano que no
veía en él habilidades para ser clown. La principal razón de ello era que se
negaba a hacer piruetas y malabares. “No es que no me gustaran los trucos: sí
los hacía, los practicaba… en mi primer viaje a Europa, incluso, me traje un monociclo
que se llama Napoleón y todavía conservo; pero para mí andar en una sola rueda
representa más un símbolo que un truco: para mí significa materializar un sueño.
En general, lo que hace Triciclo Rojo tiene más que ver con el mundo de las
ideas que con el de los trucos, y esto nos ha distanciado mucho del circo y del
clown convencional. Nosotros pensamos más en las emociones y los pensamientos que
pueden provocar lo que presentamos, sobre todo en los niños, que son unos
receptores increíbles”.
¿Y cuáles son esas ideas y emociones
que a Triciclo Rojo le interesa transmitir a su público infantil? “Nos enfocamos
mucho en transmitir a los niños que sus ideas sí valen, y valen tanto como las
de los inventores más grandes de la historia, ya que ahí está la esencia de lo
que de adultos van a construir. Mientras que en el mundo de los adultos se tiende
a descalificar a los niños: los callan, los ignoran, los corrigen, en Triciclo
Rojo intentamos crear espacios fantásticos, en donde la imaginación esté presente
en todo momento, y gracias a la cual puedan encontrar una solución a sus
problemas”.
Y es
así como nos encontramos con las soluciones imaginarias a las que hace alusión
la patafísica. Sí, la vida es dura, pero en vez de elegir el sufrimiento podemos
elegir darle la vuelta en busca de una solución imaginaria. Las cosas simples
que tenemos a nuestro alrededor, a nuestro alcance, pueden ser suficientes para
construir un mundo de posibilidades usando la imaginación y la creatividad,
pues, como dice el lema de Triciclo Rojo: “Cuando imaginas todo es posible”.
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