Perfil publicado en La espirituosa, febrero 2015.
No muy dada al ardid publicitario ni a las
estrategias de autopromoción, Cassandra es una actriz discreta, concentrada en
su desarrollo actoral más que en las relaciones con los medios. Esta vez, sin
embargo, pudimos platicar con la protagonista de Las horas
contigo (premio FIPRESCI 2014) a unos días de su
estreno en cartelera comercial.
Cassandra era una niña de ocho o nueve años cuando
sintió por primera vez la tentación de pisar un escenario. Según recuerda,
ocurrió mientras veía a su padre interpretando a Tomás en ¿Por qué no te quedas a desayunar?, comedia de Ray Cooney y Gene Stone que
se estrenó en México unos años antes de que el calendario señalara que habíamos
llegado al siglo XXI. “Sentí el impulso de entrar a media escena solo
para ver qué provocaba mi presencia en el escenario”, me cuenta en un café de la
colonia Condesa. Hoy, a sus 28 años, Cassandra Ciangherotti presume ya una
trayectoria importante como actriz, y algo tuvo que ver en ello la manera en
que reaccionó aquella noche Fernando Luján, cuando su hija le confesó lo que
estuvo a punto de hacer horas antes, en el teatro. “‘¿Y por qué no lo hiciste?’,
me contestó con la mayor naturalidad. En ese momento algo pasó
en mí. Entendí que si tenía ganas de entrar al escenario simplemente debía
hacerlo. Fue como si me hubiera dicho: ‘Claro que puedes, ¡adelante!’; es algo
que recuerdo con mucho cariño”.
El cromosoma de la
actuación
Parte de una familia en la que abundan actores y actrices
–incluyendo a la dinastía de los hermanos Soler–, Cassandra parece simplemente
haber dado cauce a lo que su naturaleza le estaba pidiendo a gritos, pues desde
niña se sintió maravillada por las historias que oía de su padre sobre el
teatro que se hacía en México décadas atrás. “Siempre me pareció un mundo
fascinante… los actores de antes estaban preparados para el esgrima, hacían sus
propias pelucas; al lugar al que iban llegaban con una maleta donde tenían
disfraces para cuatro personajes distintos que sabían hacer perfectamente. Mi
papá se sabía libros enteros de poesía, bailaba el bolero de Ravel… ¡era una
época padrísima!”. Tan fuertes fueron los genes actorales en la familia de
Fernando Luján, que además de sus padres, su hermano y dos sobrinos, seis de
sus diez hijos (Fernando, Canek, Vanessa, Valeria, Cassandra y Paolo) han
seguido estos mismos pasos.
En el
caso de Cassandra la influencia no llegó solo por el lado paterno. De su madre,
la también actriz Adriana Parra, dice haber heredado una gran pasión por hacer
las cosas: “Mi mamá es una mujer súper pasional, que llora hasta con los
comerciales de Coca Cola. Si le gusta una película te la cuenta actuando la
escena dramáticamente”. Así, con tales antecedentes, era casi una obviedad que,
terminando la preparatoria, quisiera estudiar actuación.
Detrás de sus personajes
Cassandra cuenta que una vez, estando en una comida en la
que se encontraba Vicente Leñero, el escritor empezó a hablar sobre una
película que había visto recientemente y le había dejado una muy buena
impresión. La parte curiosa de la anécdota es que una buena parte del elogio se
llevó a cabo sin que Leñero se percatara de que, sentada junto a él, estaba una
de las protagonistas de la cinta a la que se refería. Se trataba de Viaje redondo, dirigida por Gerardo Tort
y coprotagonizada por Teresa Ruiz y Cassandra Ciangherotti, quienes, en
noviembre de 2009, fueron reconocidas en la categoría de Mejor interpretación en el Festival
Internacional de Cine de Amiens por su trabajo en dicho film. “A mí me pasa
mucho que la gente no me reconoce, y eso de alguna manera me da gusto, porque
soy una actriz a la que le gusta refugiarse detrás de sus personajes”.
No muy dada al ardid publicitario ni a las
estrategias de autopromoción, Cassandra es más bien una actriz discreta,
concentrada más en su desarrollo que en las relaciones con los medios, y
convencida de que es su trabajo quien debe hablar por ella. Por eso nunca ha
tenido representante ni se ha empeñado en hacer televisión, que es la mejor
manera de darse a conocer ante el público. En cambio, ha optado por participar
prioritariamente en proyectos de teatro (Inmigrantes
con habilidades extraordinarias, El
efecto de los rayos gamma, La piel en
llamas, El demonio y el idiota y Los ingrávidos están entre los más
importantes) y de cine, algunos de bajo presupuesto, un tanto arriesgados, pero
que han significado para ella retos más interesantes y satisfactorios. En 2009,
por ejemplo, poco después de haber hecho Viaje
redondo, volvió a tener una importante proyección internacional al trabajar
junto a Gael García en También la lluvia,
una producción española dirigida por Iciar Bollain y escrita por Paul Laverty,
quien ha hecho nueve guiones para Ken Loach, entre los que destaca El viento que agita la cebada, que ganó
la Palma de Oro en Cannes en 2006. Otro ejemplo de lo anterior es Los parecidos, una producción mexicana
con tintes gore y surrealistas que recién terminó de filmar.
Las horas contigo
Desde 1995,
cuando se estrenó Dos crímenes,
Roberto Sneider solo ha vuelto a dirigir dos películas: Arráncame la vida (2008) y Ciudades
desiertas, que actualmente está en posproducción y todo indica que pronto
veremos en cartelera. En las tres, el cineasta fungió, no solo como director,
sino como guionista y productor. Pero ¿por qué nos referimos a él? Porque, no
solo es culpable de que Cassandra haya hecho el papel de Martha en su cinta más
reciente, sino de que Catalina Aguilar Mastretta la considerara –y finalmente
la eligiera– para protagonizar su ópera prima, Las horas contigo, en la que él mismo figura como productor.
A poco tiempo de su estreno en cartelera comercial (15 de enero), Las horas contigo parece reunir los
elementos para dar un buen golpe en taquilla. En primer término, pensemos en el
historial de Sneider, donde figuran por lo menos dos logros rotundos como
productor: Frida, que recaudó 56
millones de dólares, y Arráncame la vida,
que con casi 100 millones de pesos figura entre las quince películas mexicanas
más taquilleras de todos los tiempos. Más allá de eso está el notable trabajo
de Catalina, hija de los escritores Héctor Aguilar Camín y Ángeles Mastretta.
Tanto en su papel de directora como en el de guionista, la apenas treintañera
logra contar su historia como pocas veces hemos visto en producciones
nacionales recientes, apoyándose en personajes muy bien delineados, capaces de
llevar diálogos inteligentes y que transitan por una trama sencilla pero
construida finamente y con una gran eficacia. Por último, hay que destacar el
trabajo actoral de las cinco mujeres que están presentes durante la mayor parte
del film. La química que se genera entre Isela Vega, María Rojo, Cassandra
Ciangherotti, Arcelia Ramírez y Evangelina Martínez resulta fundamental para
que esta historia tan femenina –mas no feminista, y ese es uno de sus logros–
se vuelva verdaderamente entrañable para el espectador.