viernes, 3 de octubre de 2014

Carácter independiente


Publicado en la revista Forbes, septiembre 2014.


Existe un rumor sobre Megan Ellison, o mejor dicho, sobre la indulgencia de su padre. Se dice que al cumplir 20 años recibió de la chequera de papá 200 millones de dólares. Otros dicen que la cantidad fue diez veces mayor. Como quiera que haya sido, el dinero para esta joven de 27 años no es color verde ni tiene la textura del papel, sino la del celuloide. Hija del multimillonario Larry Ellison, fundador del software Oracle, Megan es una de las productoras de cine más prominentes de la escena hollywoodense, y su trabajo da cuenta de que la “hijita de papá” es todo menos eso.



Con el Globo de Oro que ganó por American Hustle.


Su compañía se llama Annapurina, un nombre proveniente de una de las cordilleras del Himalaya que ella misma caminó tras desertar de la Universidad de California a los 20 años. Y aunque esto pudiera parecer un síntoma común en la juventud de Beverly Hills, la realidad sobre Ellison es diferente. Digamos que tiene un ojo especial para encontrar proyectos que, de no ser por ella, tal vez nunca verían la luz.
En 2010, su trayectoria como productora ejecutiva empezó de la mano de los hermanos Coen, con el largometraje True Grit, un western desviado de los clásicos de Paul Newman. En esta cinta una pequeña mujer busca venganza por la muerte de su padre y se encuentra envuelta entre maleantes del Lejano Oeste para terminar con una bala en las entrañas. Definitivamente no parecía una apuesta segura en esta época de musicales, superhéroes y cintas infantiles, pero Annapurina no se caracteriza por tomar proyectos seguros.
            Tras el éxito obtenido con los Coen se involucró en películas aún más controvertidas. Zero Dark Thirty, por ejemplo, no solo relata la caída de Osama Bin Laden, sino que plantea que fue una mujer quien encontró al hombre más buscado del planeta, y no un agente corpulento de la CIA o un detective reivindicado del FBI. Her, con la actuación estelar de Joaquín Phoenix (un actor poco querido por los medios), trata sobre las relaciones afectivas entre un hombre y un sistema operativo, incluyendo encuentros sexuales de tipo cibernético que no cualquiera puede presumir haber visto en la gran pantalla. El total de la inversión en ambas películas fue de 70 millones de dólares y las dos estuvieron nominadas para BAFTAs, Globos de Oro y premios Oscar.
            Mención aparte merece Springbreakers, cinta emblema de Harmony Corine, que retrata de manera cruda y escalofriante la realidad del existencialismo adolescente americano. El film incluye a cuatro actrices prototípicas de Disney recicladas en preparatorianas reales en medio de un paraíso desvirtuado. La palabra valentía no alcanza para describir lo que director, reparto y productores, necesitaron para liberar una película con tales características. Basta decir que cada top 10 del año pasado la incluye entre las mejores películas de 2013, incluyendo The New York Times.
¿Será que Megan Ellis tiene el poder del Rey Midas? Algo debe de ayudarle su trayectoria vitalicia como ciudadana californiana, pues eso le ha permitido codearse con cualquier cantidad de celebridades talentosas, como Katheryn Bigalow, Spike Jonze y Paul Thomas Anderson entre ellos. Con este último, por cierto, y a través de Annapurina, realizó The Master, un drama paralelo a los orígenes de la cienciología con actuaciones estelares del ya conocido Phoenix y el difunto Phillip Seymour Hoffman. Éste tal vez sea el único largometraje en su haber que no fue un éxito de taquilla, sin embargo, representó algunas de las mejores críticas de la carrera para los actores y el director.
En cuanto a su personalidad se sabe poco. Megan es más bien introvertida y evita dar entrevistas. Para entender mejor su personalidad tal vez solo haya que ver las películas en las que se ha involucrado: todas son inteligentes, discretas en cuanto a publicidad y mercadeo pero llenas de personalidad e intención sociopolítica. El rol de esta joven productora en esta etapa del cine norteamericano se revela como fundamental: en menos de cuatro años ya está alcanzando la meta de 200 millones de dólares invertidos en proyectos de arte a los que les ha ido bien en taquilla. Llama la atención que la cantidad coincide con la que supuestamente le dio su padre al llegar a las dos décadas de vida.
Vaya que hay mucho que agradecerle a Ellison por el hecho de arriesgarse, aunque hoy su buen gusto podría estar en entredicho: Annapurina está en la preproducción de Terminator Genisis,(Alan Taylor, 2015) y Terminator VI, proyectos que parecen distantes con respecto a sus elecciones anteriores. A la par de estas megaproducciones está Foxcatcher (Bennett Miller, 2014), historia basada en hechos reales, en la que un multimillonario esquizofrénico (encarnado por un irreconocible Steve Carell) mata sin motivo aparente a un medallista olímpico en lucha grecorromana.
¿Qué sigue en el futuro de Megan Ellison? Es difícil predecirlo, pues aún no cumple ni 30 años y ya supera en ganancias y reconocimiento a muchas productoras bien establecidas. Aun así, no parece ser el dinero ni el reconocimiento lo que ella busca, pues ambas cosas las tiene desde que nació. ¿Será por eso que tiende a alejarse de la luz para empujar proyectos desde la sombra? Lo que sea que inspire a Megan, no hay duda de que podría cambiar la historia del cine.

*Con la colaboración de Miguel Rivera

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